lunes, 8 de abril de 2013

¿Quién me robó mi hora?

Domingo, 7 de Abril de 2013.

Despierto, y por reflejo veo el reloj del buró al lado de mi cama: 5:30 AM. Sonrió para mi mismo; todavía tengo una hora y media antes de que mis monstruos vengan a levantarme para jugar. Me acomodo entre las sabanas para reencontrarme con Morfeo, pero de reojo veo algo que me altera lo suficiente para despertarme abruptamente. El otro reloj del cuarto, el del aparato de la televisión de paga, no marca 5:30 AM; el desdichado marca 6:30 AM. Mi cerebro empieza a carburar, y me dice que algo no cuadra en todo el asunto y canté victoria temprana. Las neuronas empiezan a hacer sinapsis, y de repente lo veo todo claro; hoy es el fatídico día del cambio de horario, de invierno a verano. Eso explica porqué el reloj despertador, común y corriente, sigue con la misma hora, a diferencia del reloj del sistema de cable, que está conectado a la red y se actualiza sólo. Éste último es el que tiene la hora correcta del nuevo horario de verano.

¡Demonios! Solo me queda media hora entonces. Y para cuando llegué a esta conclusión, más bien ya estamos hablando de unos 20 minutos. Y como relojitos humanos, mis hijos azotan la puerta del cuarto a las 7:03 AM, horario de verano, y mi descanso oficialmente ha llegado a su fín.

Médicamente, ¿qué tanto nos afecta el famoso cambio de horario?

Mi esposa habitiualmente madruga a las 9:00 AM los fines de semana, pero éste día estaba particularmente molesta porque insistía en que, en realidad, apenas eran las 8:00 AM, y que le habían robado una hora. Y esto fue discusión durante el día entero, llegando incluso al ridículo punto en el que le sugerí que le escribiera una queja formal al mismísimo prez, el Mister Copete, pero me queda claro que algunas personas se ven mayormente afectadas por el cambio de horario que otras.

El ritmo circadiano es una serie de respuestas del organismo ante cambios en el ambiente, principalmente la luz y la obscuridad, que suelen seguir un patron cíclico de 24 horas. Está controlado por el nucleo supraquiasmatico que se encuentra en el hipotálamo; en respuesta a la obscuridad, el organismo secreta mayor cantidad de melatonina, que produce sueño. A lo largo de nuestra vida, nuestro ritmo circadiano se autoprograma a nuestro horario, y por esta razón, en general, somos bastante rutinarios en cuanto a nuestros hábitos de día y noche. Les dije que era toda mi intención meter un poco de ciencia en todo este show, pero no demasiada, afortunadamente. ¡Ni que fuéramos médicos!

Lo que sucede con el cambio de horario es muy similar a lo que pasa cuando viajamos a lugares lejanos en diferentes husos horarios; en otras palabras, el famoso "jet lag". El ritmo circadiano está acostumbrado a responder en cierta manera a cierta hora, y de un día para otro, le cambiamos la jugada. Habitualmente toma unos días reajustarlo, pero consecuentemente, es muy real que esa pequeña pero gran hora en el reloj nos ponga de muy mal humor.

Sin embargo, existen razones fuertes e igualmente muy reales para realizar el cambio. Se ha publicado (Hillman M, BMJ, 2010) que en la presencia de luz natural, durante los días más largos de verano, la gente tiende a ser más feliz, más energética y menos enfermiza, que en los días más cortos de invierno, cuando hay una clara tendencia hacia la ansiedad y la depresión. Esa hora adicional de luz en las tardes promueve mayor actividad física, mayor recreación para niños y adultos, y más actividades al aire libre, todo lo cual contribuye a mejorar la salud de la comunidad. Creo que todos los padres que tenemos niños pequeños estamos de acuerdo en que tener o no tener luz del día puede definir si regresamos a la casa o nos quedamos un ratillo más en el parque.

El cambio de horario, pese a que consistentemente cuestionamos la "sabiduría" de los tomadores de decisiones, tiene un fundamento médico lógico, y la evidencia dice que nos beneficia a todos. Sip, es una pequeña friega los primeros días cuando sienten, como dice mi esposa "búha", que te "roban" una hora, pero al final del día, una hora de luz es una hora de luz, y aunque no suene como lo más científico del mundo (algún buen día les hablaré del té de bugambilia; ése post le dará material a mis hermanos para molestarme todo el año), la luz natural mejora nuestra salud.

En conclusión, nadie les robó una hora; ya la recuperarán en Otoño. Pero los beneficios de más luz y más salud a cambio de una medida tan simple y tan lógica, justifican plenamente que nos demos a la tarea de adelantar nuestros relojes y aprovechar el horario de verano.

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