Cómo dice Jarabe de Palo en alguna canción “Hay
dos días en la vida para los que no nací”, bueno -hay un día en la vida para el
que sí nací-, fue el día en que rompiendo todos mis paradigmas y fantasmas de
la inercia decidí no hacer una carrera clínica y buscar otras opciones
factibles para plantear mi desarrollo profesional; todo esto sin dejar de
sentirme, vivir y pensar como médico.
Algún día una amiga me dijo “Enrique la vida se
encarga de llevarte por caminos insospechados que cuando menos te das cuenta te
sumerge en algo que jamás imaginaste”, muy similar a lo que Forest Gump
menciona: “La vida es como una caja de bombones, nunca sabes qué te va a
tocar”, Ahhh! Que sabia fue esa película; pero, ya basta de citas y lleguemos
al punto que quería aterrizar.
Un día te das cuenta, que aunque trazaste un
camino muy claro y tenías definidas metas y objetivos, que si bien no eran tan
apasionantes como otras, era lo que decidiste que tenías que hacer y por el
momento tendrías que seguir y finalizar. Cuanta presión social, cuanta carga
emocional y descarga de comentarios familiares no tendrías que soportar si de
pronto, tú, iluso humanoide futuro ser supremo (Médico) osabas no seguir lo que
tú y tu mundo te habían planteado como el paso lógico y subsecuente. Pero tienes muchas ventajas de ser un ser
pensante y racional, una de ellas la más importante, es la asertividad. La
mejor decisión que he tomado en mi vida consciente e inconsciente, pasada o
futura, coherente o incoherente, moral o amoral; pero al fin una decisión que
cambiaría el rumbo de mi vida.
Ahora sí, les cuento un poco el como llegué a
esta encrucijada: al entrar a la carrera, YO, joven mozuelo de 18 años soñaba
con ser neurocirujano o cirujano plástico, la sofisticación y el renombre que
emanaba de esas palabras, per se, era
mayúsculo; la emoción que generaba en mi familia, el orgullo que provenía de
sus labios cada vez que lo presumían y comentaban con familiares y conocidos me
hacía pensar que estaba haciendo lo correcto, inclusive cuando en algún momento
me di cuenta que la práctica clínica no me llenaba. El regodeo con esas
palabras, la emoción que mi alma percibía por terceros era el único motivador que
al dormir me permitía no recriminarme que estuviera fallando a mi persona, a mis
anhelos y a mi autorrealización.
Al entrar a la carrera justo vives un mundo
surrealista y poco a poco permites que ese contexto te absorba, vives una
realidad a cuatro paredes, una realidad de libros de medicina y una realidad
abstracta que al final en muchos de los casos te desconecta inclusive del mundo
real. La escuela, el hospital se vuelven tus compañeros, tus amigos, la única
realidad que podría existir para mí, un médico que por vocación o por
convicción decide entregar su alma, vida y corazón a la carrera. Existen
momentos en que inclusive crees que mucho de lo que vives al interior es
correcto, que muchas de las cuestiones éticas y morales que antes hubieses
detestado, hoy, parecen no inmutarte; cambias emocionalmente y generas desapego
en muchas ocasiones a lo realmente importante, priorizas y juzgas tu vida
mucho, no porque tan feliz eres, sino porque tanto sobajé a mi compañero y yo
salí adelante. Sí, no he de negar que me declaré un perdedor del juego, muchas
veces también lo hice y viví esa realidad, aceptando tratos infrahumanos y
actuando conforme al estereotipo médico de excelencia, competitivo y de alto
carácter, sin vacilaciones y sabelotodo. Al final, que te llevas de la vida, ¿eso?,
o te llevas los buenos recuerdos, las buenas acciones y el placer máximo de
mejorar día a día como persona.
Con esto no quiero decir que los médicos seamos
malos, ni creo tampoco que no somos humanos, conocí a las personas más humanas
y sinceras dentro de la carrera pero también conocí a los más arrogantes e
inhumanos dentro de la misma. Te preguntarás, ¿entonces estas feliz de ser
médico o no, crees en el espíritu de vocación para ayudar al prójimo o no? Sí,
claro que me siento orgulloso, claro que creo en espíritu de vocación. Pero hoy
puedo decir que comprendí que la medicina no esta hecha para todos.
He de decir que puedes pensar que mi camino por
la práctica clínica no fue exitoso o seguramente no pase el examen nacional y por
ello ahora reviro en contra; pues no, ninguna de las anteriores, sólo, para mi
gusto prioricé mis necesidades y anhelos. Orgullosamente puedo presumir que fui
uno de los mejores promedios de mi generación me titulé por promedio en una de
las mejores universidades de este país, esto justo redujo mi camino por un
rumbo definido aún más, pero, ¿qué pasa cuando no es suficiente?, ¿cuando tu no
buscabas sólo vivir para eso?; bueno para mí en particular no fue suficiente, ¿criticable?
Sí, muchísimo. Pero al final prevalecieron mis ganas de expresar mi futuro y
escribirlo a mi manera, permitiéndome explorar mundos distintos, otras fuentes
de satisfacción y otros mecanismos de vida distintos.
Este es el inicio de una forma de vida
diferente a la clásica (médicamente hablando), que sinceramente no juzgo como
mejor o peor, sólo como diferente, pero que me ha dado muchas satisfacciones.
La más importante poder estar con mi hijo, disfrutando su risa sin preocuparme
por guardias, observando sus primeros pasos y estando ahí para él cuando me
necesita y sólo quiere un abrazo de papá.
Mi siguiente Blog versará acerca de los hechos
sucedidos para mi cambio de decisión y cómo descubrí mi abanico de opciones no
clínicas.
Felicidades Enrique!, solo personas con cierta madurez como tu, son capaces de expresarse con palabras sinceras.
ResponderEliminarMil gracias Ileana, de verdad lo que se intenta es que podamos ver que existen más opciones que nos podrían hacer igual de felices!!!!
ResponderEliminarDe verdad Brother, no te conozco ni comparto del todo lo que dices en el blog, pero si reconozco que me parece muy valiente y admirable tu decision, muchos exitos en tu vida colega...
ResponderEliminar