lunes, 19 de mayo de 2014

Competencias Médicas: Farmacoeconomía



Competencias Médicas: Farmacoeconomía

Recuerdo que en la Facultad de Medicina nos enseñaron que la salud no tiene precio; es un derecho universal, y no puede estar sujeto a las posibilidades económicas del individuo. Si un paciente requiere atención medica, debe recibirla. Punto final, no sujeto a discusión.

Sin embargo, como todo en la vida, los tiempos cambian. Ahora las Facultades de Medicina de ninguna manera enseñan que se debe recibir atención medica a cualquier costo; ahora el tema es discutido en términos que no existían en la educación médica de antaño, como "optimización de recursos" y "costo-efectividad". Y en las instituciones de salud, el tema es claro; el nombre del juego se llama "reducción de costos".

¿Cuándo empezaron a importar los costos en Medicina?

Desde mediados del siglo pasado a la fecha, la población de México ha cambiado. La expectativa de vida en 1950 era de casi 47 años; para el 2010 había ascendido a 75 años. Y todos hemos visto las gráficas de transición demográfica: México está cambiando de ser un país con mayoría de población joven, a un país con mayoría de población adulta mayor.



Adicionalmente, las principales causas de mortalidad han cambiado; mientras que hace 65 años la población fallecía de infecciones respiratorias e infecciones gastrointestinales, hoy la población muere de Diabetes Mellitus y Enfermedades Cardiovasculares, acompañadas de Enfermedades Pulmonares y Tumores, que van en ascenso. 

¿Esto cómo afecta al sistema de salud? Muy sencillo; mientras que a mediados del siglo pasado el grueso de la población era sano y se enfermaba de infecciones agudas, de fácil tratamiento y bajo costo, ahora la mayoría de la población padece enfermedades crónico-degenerativas, difíciles de controlar y costosas de tratar. Esto ha generado una verdadera avalancha de necesidades y costos que el sistema de salud, simple y sencillamente, no está listo para afrontar; tratar al número escandaloso de pacientes con Diabetes, Obesidad, Hipertensión y/o Dislipidemia que tenemos en México es una tarea herculiana que requiere una cantidad de recursos humanos, económicos, y de infraestructura, sin precedentes.

Evidentemente, requerimos más recursos en salud; eso está claro. Sin embargo, sin criticar a nadie en particular, no podemos depender de que nuestra querida clase política se ponga las pilas y atienda esta gran necesidad; en otras palabras, más presupuesto y más recursos para salud, aunque son requeridos, no aguantemos el aliento hasta que lleguen, ya que no depende de nosotros, los profesionales de la salud.

Lo que sí depende de nosotros es qué hacer con los pocos o muchos recursos que sí tenemos hoy ya disponibles; si somos más productivos y más eficientes con lo que tenemos, con toda seguridad tendremos mejores resultados. Dicho de otra manera: tenemos que hacer más con los mismo.

Es aquí donde entra la famosa Farmacoeconomía, de la cual muchos han escuchado hablar, pero pocos realmente comprenden. Empezando porque digo “farmacoeconomía” ya que es el término más común que se utiliza; el término correcto sería “evaluación de tecnologías en salud”, ya que farmacoeconomía hace alusión solamente a la evaluación de medicamentos, y el campo es mucho más amplio que eso. Pero para fines prácticos de este post, utilizaré indistintamente farmaceconomía. 


Por tecnología entendamos cualquier intervención o actividad que dé como resultado un desenlace en salud; puede ser un programa, un diagnóstico o un medicamento, habitualmente. Si implemento un programa de prevención de obesidad, mi expectativa pudiera ser una reducción en los casos nuevos diagnosticados; si doy un tratamiento, mi expectativa pudiera ser reducción de presión arterial o reducción de glucosa sérica.

Ahora, la parte interesante, e históricamente olvidada por el gremio médico, es cuando adicionamos el costo. Debido a que mis recursos son limitados, si yo invierto en una intervención, como puede ser un inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) para un paciente hipertenso, inevitablemente estoy dejando de invertir en otras intervenciones, como pudiera ser darle un antagonista de los receptores de angiotensina II (ARA-II) en lugar del IECA. Si yo pienso que mis recursos son limitados, y sólo puedo elegir un medicamento, ¿qué hago?

Me imagino que rápidamente les viene a la mente: “Fácil, elige el más eficaz”. Suponiendo que el ARA-II demostró mayor eficacia (-20 mmHg) que el IECA (-12 mmHg), la opción clara es el ARA-II, ¿cierto? Sin embargo, ¿qué pasa cuando me doy cuenta que tengo, digamos, unos 8 millones de pacientes hipertensos en el IMSS, a los cuales tengo que tratar, y el precio del tratamiento mensual de un ARA-II es de $400, mientras que el de el IECA es de $80? Si hacemos la multiplicación, la pregunta que quedaría es: ¿la reducción adicional de 8 mmHg de presión arterial justifica los 2,560 millones de pesos mensuales adicionales que me voy a gastar por darles una terapia sobre la otra?

Interesante pregunta, ¿no? Los médicos siempre pensamos en pacientes individuales, pero cuando evalúas el costo y el resultado de tratar a una población entera, la cosa ya no es tan blanco y negro. Y más cuando agregas los factores de todo un sistema, porque pudieras pensar “bueno, es por el bien de los pacientes, así que sí se justifica dicho gasto”. Sólo que recordemos que tu presupuesto es limitado, por lo cual ese sentimiento tan agradable que está pasando por ti de haber tomado tan buena decisión no te va a durar mucho, ya que rápidamente el Jefe de Finanzas va a tocar a tu puerta para informarte que no hay problema en darles ARA-II a todos los pacientes hipertensos, sólo requiere saber qué programa quieres eliminar para soportar ese gasto adicional, ya que el presupuesto, simplemente, no da: ¿eliminamos la campaña contra la obesidad, o restringimos el uso de nuevas terapias para los pacientes con Esclerosis Múltiple? ¿Qué quieres hacer?

Dicho de otra manera: ¿a quién vas a beneficiar y a quién vas a perjudicar? ¿A los hipertensos, a los obesos, o a los escleróticos? Ya no está tan fácil la decisión, ¿verdad?

La farmacoeconomía evalúa el resultado de la intervención en relación al costo; esto es, evalúa la costo-efectividad, o el costo-beneficio, de cada actividad. Por cada peso que yo invierto en salud, mi expectativa debería ser obtener el mejor resultado para la población; la farmacoeconomía me ayuda a decidir qué intervenciones resultan en los mayores beneficios, al menor costo. Y de esta manera, puedo utilizar mis recursos disponibles en las actividades que brinden el mayor beneficio posible a la población.

Este es un campo muy dinámico, y que ha cobrado mucho interés en los últimos años. En el futuro hablaremos un poco más de esta gran opción para médicos y profesionales de la salud interesados en el costo de la salud, y el uso óptimo de los recursos disponibles.


Descubre más competencias médicas en nuestro blog:
www.competenciasmedicas.com

Si te interesa recibir notificación de nuestros futuros posts, así como información médica y ligas a artículos médicos de interés, síguenos en Twitter y/o en Facebook:

Twitter
@competenciasmed

Facebook
https://www.facebook.com/competenciasmedicas