jueves, 20 de junio de 2013

El peor enemigo del médico

Muchas veces creemos que los factores que influyen en el éxito o fracaso de un proyecto en medicina están fuera del mismo proyecto, pero desafortunadamente no sucede así. Podríamos revisar ejemplos en los cuales el fracaso de un proyecto o bien menospreciar la práctica clínica es responsabilidad directa de los mismos médicos. En este post me gustaría enumerar algunos casos en los cuales queda muy claro como la conducta de algunos médicos impacta en la práctica clínica de todos.
Caso 1: Médicos en consultorios del Dr. Simi.
En este ejemplo es importante mencionar que ante un cambio regulatorio y de la Cofepris, que decía que "se estaría vigilando más el tema de la prescripción o el cambio de la prescripción en las farmacias" y además se abre y flexibiliza la política en cuanto a medicamentos genéricos se refiere, lo que permite que surjan y crezcan rápidamente los negocios de estos medicamentos, sin embargo tenían que romper la barrera de la comunicación, las compañías farmacéuticas invierten cerca del 50% de su presupuesto en pago de fuerza de ventas para poder hacer promoción de sus productos, en el caso de las Farmacias de Genéricos hacer esta inversión era impensable, por lo que tuvieron a bien "invertir" en el mejor vendedor o el vendedor directo, es decir el médico, desarrollaron consultorios en los que el médico prescribía lo que la farmacia tenía disponible. En este caso es muy claro que la regulación no permite que ninguna persona que no sea médica prescriba algún fármaco por lo que se necesita de la participación de los médicos para poder llevarla a cabo. Entiendo que en nuestro país hay una necesidad muy grande de espacios para que los médico puedan ejercer, pero creo que el costo y el impacto de aceptar condiciones infrahumanas, en donde inclusive un médico que estudio 6 años y se tituló gana 10 veces menos que un representante médico que puede ser abogado, administrador o no ser titulado. Pienso que si los médicos que dan consulta en las Farmacias se juntaran en grupos de 5, podrían rentar un consultorio y dividirse los días, cobrar una consulta a un costo razonable que les permita un desarrollo clínico y profesional.  
Caso 2: Los ponentes como un medio de disuasión
En ocasiones somos invitados por parte de la industria farmacéutica a eventos de alguna comida o cena, donde se presenta a un ponente que prepara una charla sobre algún producto en especial, puede ser que el ponente invitado sea muy taquillero y sea considerado por varios laboratorios para ser ponente, en el mejor de los casos este ponente puede presentar la información del producto en cuanto a eficacia y seguridad, sin compararlo con otros fármacos, pues si es el ponente que es invitado por varios laboratorios, existe el conflicto de que los asistentes lo hayan escuchado en su última plática con el laboratorio competidor y que en esa primera ocasión su charla fuera para decir que el producto "A" era el mejor, y en esta segunda charla enfocarse en que el producto "B" es la mejor opción de tratamiento, en este caso particular se pierde la credibilidad del ponente, pero peor aún , este tipo de comportamientos refuerza la posición de que el médico puede "venderse " al mejor postor y que de esta forma se puede influir en el hábito de prescripción de sus colegas, siendo una práctica que se perpetua y daña la reputación de la profesión.    
Caso 3: El uso de panfletos y ayudas visuales como único medio de capacitación continua.
Cuando estuvimos en las prácticas clínicas nos entregaban materiales promocionales impresos que casi en su totalidad terminaban en los botes de basura, nuestros profesores titulares incluso hacían la broma de que a los materiales les aplicaban el "artículo sesto" y cuando preguntábamos a que se referían era al cesto de basura. Pero aunque los materiales impresos podrían terminar en el bote de basura, el mensaje no necesariamente terminaría ahí. En una ocasión mientras estaba haciendo la especialidad me llamó muchísimo la atención, que el jefe de servicio de un departamento X, comenzó a utilizar recurrentemente y más frecuentemente un antibiótico en neumonías que no tenía biodisponibilidad pulmonar y que no tenía penetración alveolar, cuando le preguntamos porque comenzó con esta práctica lo que atinó a decirnos fue que unos representantes médicos le habían llevado información de cómo algunos microorganismos responsables de neumonía eran susceptibles in vitro a este antibiótico, pero no había ninguna información de la susceptibilidad in vivo, me sorprendió ver como el jefe de servicio de un hospital altamente reconocido, se guiaba por lo que los representantes le informaban, pensé que si esto sucedía a este nivel que podríamos esperar en otros niveles. Creo que como médicos responsables de pacientes y de personas que nos confían su vida, lo menos que debemos hacer es realmente evaluar si la información que me están presentando es veraz y es extrapolable a mi paciente. De otra forma lo único que estoy haciendo es perpetuando un mal concepto que permite que se nos dé cualquier tipo de promoción y peor aún que confiamos ciegamente en esta promoción.
Estos son sólo tres ejemplos de muchos, donde vemos que la conducta de algunos médicos tenemos puede impactar en la práctica clínica, en la reputación de la profesión y en la vida de los pacientes. Debemos regresar al nivel donde a los médicos se les consideraba unos guías en la sociedad, que se vuelven referentes en temas críticos de impacto comunitario y que se nos considere los defensores de los derechos de los pacientes.

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