domingo, 29 de junio de 2014

¿Dónde quedó el objetivo de nuestra profesión médica?


Hace un par de días leí un artículo editorial en The Lancet que me llamó mucho la atención; titulado "Addressing Global Dementia", hablaba sobre el problema de salud pública en el que se ha convertido la demencia. Según el artículo, se estima que 44 millones de personas en todo el mundo sufren alguna variante de esta enfermedad, y se espera que esta cifra se duplique en los próximos 20 años, creando fuertes presiones sobre los sistemas de salud por el gran impacto que tiene sobre la calidad de vida de los pacientes y de los cuidadores, y el alto costo de su manejo.

Todo esto se discutió durante el evento Legado Global de la Demencia (Global Dementia Legacy Event), sostenido en Londres el pasado 19 de Junio de 2014, al cual asistieron académicos, asociaciones sin fines de lucro, la Organización Mundial de la Salud (OMS), empresas farmacéuticas, e inversionistas.

Pero eso no fue lo que me llamó la atención; todo esto ya lo sabemos. Lo que realmente me inspiró a escribir este post fue el contraste de opinión en cuanto a las soluciones propuestas.

Por un lado, se habló de un "fracaso en el mercado", ya que sólo se cuentan con 3 medicamentos aprobados y comercializados desde 1998, de más de 100 que han sido estudiados, y de la necesidad de revitalizar el descubrimiento y la investigación de nuevas terapias. Dennis Gillings, el denominado Embajador Mundial de la Demencia (sea lo que sea lo que implique tan ostentoso título), habló de 3 áreas que requieren mejorar urgentemente: el índice de riesgo a recompensa que afrontan las empresas que invierten en Demencia, la necesidad de estimular inversión en investigación y desarrollo, y la necesidad de emplear el poder de los medios sociales y las bases de datos (big data). 

Todo lo cual me hace preguntarme si este hombre está en la nómina de la industria farmacéutica.

Afortunadamente, no todo estuvo perdido; por otro lado, Martin Prince del King's College de Londres, y Shekhar Saxena de la OMS, establecieron que el reto es mucho más grande. Un nuevo tratamiento solo puede ser diseminado cuando se tienen sistemas funcionales de diagnóstico y atención. Poco se conoce de las alternativas no-farmacéuticas de tratamiento, y del rol de la estimulación cognoscitiva. La investigación en Demencia debería incluir los mecanismos de la enfermedad, la epidemiología, el diagnostico temprano, la prevención, las alternativas no-farmacéuticas, y la calidad de vida de los pacientes y cuidadores. Comentaron que la búsqueda de nuevos tratamientos no debe eclipsar la mejora de la atención, y de la calidad de vida de los pacientes con Demencia; más aún, mencionaron que la Demencia, quizá como ninguna otra enfermedad, afecta de forma importante a la familia y a los cuidadores.

Concluyeron que, aunque el compromiso a la investigación en Demencia es bienvenido, para que realmente podamos hablar de una respuesta global a la amenaza, requerimos de discusiones futuras y planes de acción que visualicen más allá de nuevos medicamentos, y que incluyan a pacientes, cuidadores, y países en desarrollo.

¿Cuándo dejamos de ser médicos y empezamos a ser “asociados” de la industria farmacéutica?

Digo esto porque en numerosas ocasiones me parece que actuamos a servicio de estos grandes corporativos, y no en el interés de nuestros pacientes. Para cada enfermedad y para cada enfermo, prescribimos un “chocho”, y habitualmente más de uno. Si el paciente se lesionó un brazo, la solución es un analgésico para el dolor y la inflamación, y un inhibidor de la bomba de protones para que el analgésico no le haga un hoyo en el estómago. Si la paciente siente que se está resfriando, un antigripal (que en realidad son 3 chochos en uno) y no le meto el antibiótico porque ya nos lo regularon, pero a la más mínima queja de un dolorcito de garganta, va para dentro el beta-lactámico. Y ni hablar de padecimientos crónicos más complejos, porque de esas consultas los pacientes salen con recetas que parecen listas del mercado.

¿Porqué todo lo queremos solucionar con medicamentos? Entiendo que así fuimos formados, y ese es parte del problema; si leemos cualquiera de nuestras grandes biblias de la  Medicina, como el Harrison u otros, nos enseñan que para cada enfermedad, hay uno o varios medicamentos. Y las que no tienen una terapia farmacológica, son las enfermedades en las que “no hay tratamiento”.

¿Cómo llegamos a esto? Esto es lo que hoy los invito a reflexionar. Porque sí hay alternativas; es cuestión de que las busquemos y abramos nuestras mentes. Por ejemplo, me da risa cuando los médicos recomendamos a nuestros pacientes “dieta y ejercicio”. Porque por un lado, lo hacemos sin darle importancia, porque en realidad no pensamos que va a hacer una diferencia dramática; para eso está el medicamento. Y por otro lado, por supuesto que le quedó clarísimo al paciente a qué nos referimos con eso; pero desafortunadamente, aunque se lo quisiéramos explicar, en la mayoría de los casos no podríamos, porque los médicos no sabemos ni nutrición ni ejercicio físico. Esa es una gran deficiencia de nuestra educación. Y sin embargo, cada vez es más evidente que estos 2 factores pueden ser clave en el manejo de un sinfín de padecimientos, por no decir de todos, incluida la Demencia.

¿Qué otras alternativas hay? También está la más obvia, pero la más difícil de tomar la decisión: no hacer nada. Tenemos la creencia, médicos y pacientes, de que el resultado de la consulta debe ser una prescripción; si no, como para qué voy al médico, ¿cierto? ¿Pero qué sucede cuando el padecimiento no amerita un medicamento? Sabemos que más del 95% de los casos de resfriado se autoresuelven en 3 días, sin hacer nada más que reposar. También sabemos que la solución de la gastritis no es tomar inhibidores de la bomba de protones, sino identificar los irritantes y evitarlos. Y sabemos que la inflamación es un proceso normal cuando ocurre un traumatismo, y que el dolor es parte de este proceso, y que los analgésicos interfieren, no necesariamente de manera benéfica, en la restitución de los tejidos. Pero como médicos, tenemos que prescribir; es muy difícil ver al paciente a los ojos, y decirle que no necesita más que reposo. Uno pensaría que se debería alegrar, porque eso significa que no tiene que desembolsar más dinero por un tratamiento, pero la realidad es que esto no sucede así.

Y existen otras alternativas menos conocidas, pero no necesariamente menos eficaces: ejercicios de relajación, meditación, medicina alternativa, terapia psicológica; todo un universo de prácticas que los médicos desconocemos, pero que potencialmente pudieran ayudar a nuestros pacientes más que los afamados medicamentos.

Este es el punto; nuestra misión como médicos es ayudar a nuestros pacientes. No prescribir medicamentos para que la industria farmacéutica venda más millones de los que ya vende; buscar todas las opciones para solucionar el problema de nuestro pacientes, de la mejor manera posible. Está claro que, en ocasiones, la mejor solución será un medicamento, y afortunadamente contamos con ellos. Pero es ilógico pensar que esa es la solución para todo, así como se mencionó en la conferencia de Demencia. Los medicamentos nos están fallando, porque a pesar de contar con un verdadero arsenal para muchas enfermedades crónico-degenerativas, estas van en aumento. Se puede argumentar que no hay muchas opciones para Demencia o para Obesidad; ¿Y para Diabetes? ¿Para Hipertensión? ¿Para EPOC? ¿Porqué estas enfermedades no están ni remotamente controladas, si tenemos tantas opciones terapéuticas disponibles?

¿Será, acaso, que la solución no es más medicamentos, sino alguna otra?

Albert Einstein dijo: “Es de locos hacer lo mismo, y esperar resultados diferentes”. Yo los invito a tratar de hacer cosas diferentes para sus pacientes; dejemos de un lado la farmacoterapia, y empecemos a buscar verdaderas soluciones para los problemas de nuestros pacientes.



Lecturas Recomendadas:


Global Dementia Legacy Event (videos de las presentaciones)

Dementia: a public health priority (reporte de la OMS sobre la Demencia en el mundo)



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