martes, 10 de junio de 2014

Competencias Médicas: Habilidades Clínicas vs. Avances Tecnológicos

Cada vez que pienso en la evolución de la práctica médica, recuerdo mucho a mi abuelo. Además de ser un extraordinario pianista y un incansable comedor de chocolates (hasta el punto de que los guardaba bajo llave), en sus ratos libres era un excelente médico urólogo. Y la gente decía, como solía decir la gente de aquella época, que tenía “un gran ojo clínico”. Esto es, frecuentemente le “atinaba” a la enfermedad de sus pacientes; en términos más científicos y rimbombantes, tenía mucha certeza diagnóstica.

Y pienso mucho en él, así como en todos los médicos de su generación, algunos de los cuales fueron mis profesores en la Universidad y en los Hospitales, porque no dejo de asombrarme en cuánto ha avanzado la Medicina en tan corto tiempo. Ellos no tenían más que su agudeza mental, y algunas cuantas herramientas, para establecer un diagnóstico; nosotros, hoy en día, tenemos a nuestra disposición un verdadero arsenal de laboratorios, estudios de imagen y estudios invasivos, sin mencionar las apps en nuestros smartphones y tablets que nos dan acceso a información ilimitada en segundos, para llegar a las mismas conclusiones.

La gran pregunta es: ¿quién crees que lo hace mejor?

Incluso recuerdo que, cuando empezaba en las materias clínicas y tocaba ir a hospitales a ver pacientes, mi abuela, muy cariñosamente, me ofreció darme el estetoscopio de mi abuelo para mis prácticas. Ahora lo veo al lado de mi Littman Master Classic II, y hasta chistoso se ve, el antes y el después (y eso que el mío ya está viejito). Pero lo más interesante de todo, es que estoy convencido hasta hoy, por encima de toda duda, que mi abuelo, con su viejo estetoscopio, escuchaba mucho mejor los latidos de sus pacientes que yo, con toda mi tecnología.

Porque él era un clínico; un verdadero clínico.

Hoy, la Medicina está perdiendo toda su clínica. ¿Cuántos pacientes no presentan quejas en los centros de salud por falta de atención de su médico? ¿Cuántos no reclaman que esperaron 1 ó 2 horas para entrar y salir del consultorio en menos de 10 minutos? Pero eso sí, con una prescripción. Y comprensiblemente, se preguntan cómo se les prescribió algo, si el médico ni siquiera los tocó, y a duras penas les hizo algunas preguntas para llegar a un "diagnóstico".

Entiendo el lado de los médicos; después de todo, soy uno de ellos. Cuando en las instituciones públicas tienes que ver 40 pacientes en 5 horas, no hay tiempo ni espacio para dedicárselo a cada uno; y si por alguna razón no ves a uno, el próximo espacio libre que tienes en la agenda es dentro de 3 meses. También es cierto que muchos padecimientos deberían ser atendidos en el primer nivel, en lugar de saturar el segundo y tercer nivel; y que tantos años de esfuerzo y trabajo arduo para convertirse en médico general o especialista deberían ser recompensados adecuadamente.

Sin embargo, al final del día quien paga los platos rotos de un sistema ineficiente son los pacientes, ya que son ellos quienes están enfermos y necesitan la atención. Son ellos quienes sufren las consecuencias de una complicación de su enfermedad, y también quienes frecuentemente se ven obligados a cubrir el costo de su padecimiento.

Pero más allá de las condiciones del sistema de salud, un fenómeno que está afectando la atención que reciben los pacientes, irónicamente, es la tecnología. Hablaba al principio de la comparación entre mi estetoscopio y el de mi abuelo, pero me estoy quedando corto; hoy ya ni siquiera requerimos un estetoscopio, ya que fácilmente podríamos utilizar un ultrasonido portátil para ver el corazón, en lugar de escuchar sus sonidos y deducir. Más allá de la tomografía y la resonancia tradicionales, las imágenes de alta resolución en 3D nos permiten ver, con absoluta claridad, dentro del paciente. 

Y esto es sólo el comienzo; la incorporación de sensores y nanotecnología a una red inteligente, como es descrito en el libro Abundance (descrito en este post), nos permitirá tener datos, en tiempo real, del estado del paciente, lo que indudablemente mejorará la certeza diagnóstica, y abrirá el camino para tomar mejores decisiones terapéuticas, basadas en verdadera evidencia.

Pero ante toda esta tecnología a nuestro alcance, ¿qué sucede con el viejo examen físico y la historia clínica del paciente? ¿Sigue siendo necesario, o incluso útil?

Quienes abogan por la clínica como la base absoluta de la práctica médica, claman que, con frecuencia, cuando las habilidades clínicas son desplazadas por el brillo y la promesa de los avances tecnológicos, observamos casos en los cuales el uso indiscriminado de tecnología sin sustento clínico llevó a los médicos tratantes, y por ende a los pacientes, en un camino con un sinfín de laboratorios y estudios, diagnósticos equivocados, y tratamientos ineficaces, con las inevitables consecuencias a la salud del paciente, y al bolsillo de la institución (o del mismo paciente y su familia).

Sin embargo, no todos concuerdan en que un examen clínico exhaustivo sea la solución; dada la explosión de recursos para la toma de decisiones en salud, un camino hacia una práctica médica más efectiva y eficiente pudiera ser aprender a analizar toda la información del paciente, tomar decisiones, y comunicarlas adecuadamente. Entrenar en el arte del examen físico toma tiempo y esfuerzo, y si algunas herramientas permiten recabar estos datos de manera más eficiente, con menor riesgo de error, y a bajo costo, como el ejemplo citado de escuchar los ruidos cardiacos en comparación con escanear el corazón utilizando un ultrasonido portátil, entonces lo que resta sería entrenar a los jóvenes aspirantes en cómo analizar los datos y obtener conclusiones.

Cualquier que sea tu postura, está claro que la Medicina está avanzando a mayor velocidad de la que los médicos podemos mantener el ritmo. Creo que lo importante siempre será sustentar tus decisiones en base a evidencia, sea clínica o de estudios, o mejor aún, una combinación racional de ambos. Nos gusta decir que practicamos Medicina Basada en Evidencia; hoy en día tenemos todas las herramientas, y cada día tenemos más, para sustentar esas decisiones en evidencia. Ahora sólo resta “practicar lo que predicamos”, y tomar las mejores decisiones en beneficio del paciente.



Otras Lecturas Relacionadas:

Explorando Libros: Abundancia (Abundance, Peter H. Diamandis & Steven Kotler)

Patients Lose When Doctors Can’t Do Good Physical Exams (Kaiser Health News, 2014)

Medicine Needs Frugal Innovation (MIT Technology Review, 2011)



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